No volveré a ser como un avestruz, ni a esconderme tras mi tristeza, ya no cuento hasta tres, ni me acostumbro a vivir en el vientre de la ballena. Dulce provocación que crece y me hace feliz, mi corazón late al revés, me cuelo de polizón entre los sueños que aún quiero cumplir, por una vez.
 
